miércoles, 11 de marzo de 2015

ENTRENADORES


Arsenio Iglesias y Pep Guardiola, como entrenadores, tienen pocas cosas en común. Pero una de ellas –y puede que quizá la única– es que supieron construir sendos equipos que pasaron a la historia de sus respectivos clubes, consiguiendo recibir tanta parte del mérito, o más, que los propios jugadores.

Guardiola lo consiguió con el Fútbol Club Barcelona, con quien ganó todo lo ganable entre los años 2009 y 2013. Y Arsenio Iglesias (o Bruxo de Arteixo) lo hizo con el Deportivo de la Coruña, entre los años 1992 y 1995, ganando una Copa del Rey y consiguiendo dos subcampeonatos ligueros.

El equipo de Guardiola era sumamente generoso en el esfuerzo, mientras que el del gallego, concienzudamente ordenado. Por supuesto, ambos contaban con jugadores de un talento descomunal (Messi o Iniesta, en el Barcelona; y Bebeto o Fran, en el Deportivo), pero los entrenadores sabían que con eso no bastaba. Por eso Guardiola no se cansaba de decir que “el talento depende de la inspiración, pero el esfuerzo depende de cada uno”, igual que en otro tiempo Arsenio Iglesias repetía que “a falta de talento, mucho orden”.

Después del partido del Almería contra el Elche, pensé en estos entrenadores legendarios, en el esfuerzo y en el orden. Porque con el talento igualado –como era el caso en el partido jugado en el Martínez Valero–, el orden y el esfuerzo fueron puestos unilateralmente por el equipo ilicitano. Y con eso fue suficiente. Orden defensivo, esfuerzo y generosidad en jugadores como Aaron o Víctor Rodríguez; ambos de un perfil, en cuanto a talento se refiere, similar al de los jugadores almerienses.

Desconozco si nuestro equipo, como dice el entrenador, acusó lo tempranero del gol local o si fue incapaz de entrar en el partido por no poder borrar de su imaginario colectivo la amenaza de la sanción de la FIFA. No sé el motivo por el que pecaron de indolencia y falta de orden. Pero sé que ése no puede ser el camino.

 

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